Sólo quería una muñeca.
Fui la única niña rodeada de mis cuatro hermanos y por parte materna la única nieta, así que el número de muñecas que me compraron debió ser importante, vagamente me vienen a la memoria varias: una de colegiala, bebés en sus cunitas y por lo menos dos vestidas de comunión, los peores regalos que recuerdo... Pero yo sólo quería una.
Mi madre me cuenta que íbamos paseando y me quedé pegada al escaparate, y que desde entonces siempre la tenía cerca. Luego, fuimos alejándonos poco a poco mientras crecía, aun así seguimos juntas, pasaban meses sin verla pero estaba por ahí, en un cajón o en la estantería. Soportó mi juventud, el olvido, las mudanzas, mis hijas, pero un día, la señora que ayudaba en casa -sobretodo a aligerar el peso del mueblebar- decidió que estaba muy vieja y rota y la tiró a la basura. Yo lo descubrí días después, y fue exactamente el día que decidí prescindir de sus maravillosos servicios.
Desde entonces han sido muchas las veces que la eché de menos, a la muñeca, no a la señora. Fue una de las primeras cosas que busqué cuando empecé con internet; pero sin la marca, nombre o modelo el trabajo parecía inútil. Repasé cientos de fotos, envié correos a gente con blogs de muñecas, pero hasta la semana pasada nada de nada.
Y ahora, os presento a Julieta
Volvemos a estar juntas.